La firma rojinegra, por Fernando Marante (Santa Cruz de La Palma). A lo largo de la historia el Mensajero se ha nutrido de futbolistas que se han hecho con un hueco en los corazones rojinegros, aunque procedieran de otros rincones de España —por ejemplo, José Antonio Márquez, Miguel Puente o José Silvano— o incluso de otros países —como el legendario Óscar Engonga, de ascendencia ecuatoguineana, o el argentino Fede Antico, capitán de una generación memorable—. Sin embargo, la presencia de futbolistas canarios en las plantillas mensajeristas cuando el club ha competido en el fútbol semiprofesional siempre ha gozado de una gran acogida por parte de su masa social. Más, si cabe, cuando se trata de jugadores de La Palma y, especialmente, si son canteranos. Es cierto que el nivel futbolístico y la profesionalidad no son dependientes del lugar de origen, pero tampoco se puede negar que se debe mantener un equilibrio para que el aficionado se identifique en mayor medida con los suyos y que, a su vez, los más jóvenes de la casa sepan que pueden aspirar a conseguir algo que ya consiguieron otros que en su día recorrieron el mismo camino.
En esa línea de trabajo se manejó la dirección deportiva del club el pasado verano. Nada menos que ocho palmeros forman parte de la primera plantilla: Álex Benítez, Fran Acosta, Juanda —natural de Tazacorte, aunque con raíces colombianas—, Antonio Samuel, Jesús Cruz, Cacho, Padilla y Ricardo —estos tres últimos, canteranos—. Cinco futbolistas son de Tenerife: Nauzet, Jaime, Yeray, Jesús Valentín y Josué. Cuatro, de Gran Canaria: Eslava, David Díaz y los hermanos González, Óscar y Ale. Dos, de Lanzarote: Acorán y Salifo —nacido en Guinea Bissau, pero conejero de adopción—. Y uno, de El Hierro, Ruymán. Por otra parte, el madrileño Jesús Mena, el brasileño Edu Salles y el colombiano Wilson Cuero complementan un plantel con claro acento canario.
Otra declaración de intenciones por parte de la entidad fue la apuesta por la continuidad del bagañete Yurguen Hernández, y por un cuerpo técnico integrado casi en su totalidad por profesionales palmeros —a excepción del analista tinerfeño Marco Manzini—, que además podría servir de referente a los entrenadores de nuestra Isla que estén dando ‘sus primeros pasos’ y busquen ‘un espejo en el que mirarse’.
Con el transcurso de las semanas de competición esa filosofía de club también ha ido cristalizando con datos objetivos que hablan por sí solos. Ante el Villanovense, sin ir más lejos, quince de los dieciséis jugadores que participaron —todos, salvo Wilson— eran canarios. Cinco islas estuvieron representadas. Y cuatro jugadores eran naturales de La Palma.
Como dato anecdótico, cabe reseñar que con el gol del herreño Ruymán Arteaga al menos un futbolista de cada una de las cinco islas que tienen representación en la primera plantilla del ‘Mensa’ ya sabe lo que es marcar de rojinegro en Segunda RFEF: los tinerfeños Jaime, Josué y Yeray; el grancanario Óscar González; el lanzaroteño Salifo, en dos ocasiones; o el palmero, y canterano, Airam Guzmán ‘Cacho’.
En cualquier caso, haya tenido o no algo que ver el lugar de procedencia —habrá opiniones para todos los gustos—, lo que está claro es que este equipo se está ganando a pasos agigantados a la afición del Silvestre Carrillo. El compromiso mostrado el pasado domingo contagió a la parroquia rojinegra, que acabó llevando ‘en volandas’ a los suyos hasta la victoria final. Al margen de que el resultado también acompañara, se percibe en este Mensajero un espíritu de equipo unido y entregado a la causa. Un equipo que no regala un metro, un balón. Y eso el aficionado del Barranco de Dolores siempre lo ha sabido valorar. Luego, que se consigan o no los objetivos dependerá de otros muchos factores. Pero el punto de partida parece ilusionar. Y mucho…
