“El ambiente se fue enrareciendo y con él también el fútbol fue perdiendo su protagonismo ante la situación que envolvía a la sociedad en general; desaparecen las noticias sobre el fútbol y los equipos no llegan a concretar una nueva competición dándose un parón casi definitivo” (Francisco Antequera, “Fútbol en La Palma”).
Se organizan por este motivo torneos coperos que no tienen como protagonista al Mensajero CD. y que no arrastraban a los aficionados al campo de “Bajamar”, tal y como se afirmaba en ACCIÓN SOCIAL: “hemos de llegar a la conclusión que de todo cuanto se haga para renacer el fútbol tiene imprescindiblemente que descansar en las columnas de la rivalidad entre Tenisca y Mensajero, y es que aquellas rencillas, aquellos “voladores de a peso” lanzados al espacio después de cada victoria, aquellos “riquis raquis” que hacían marco del fútbol local, aquellos “hinchas” que enronquecían animando a los suyos, en fin, todo esto, es la salsa del aficionado, y sin ello nuestro público no concibe motivos para acudir a Bajamar”.
(MENSAJERO CD. Año 1935:
Antonio, Domingo, Arceo, Isidro, Carretero, Foño, Fortuny, Pepe, Antonio, Tinito y Cristóbal)
La Guerra Civil acabaría con las ilusiones de retomar el pulso futbolístico en nuestra isla y con las carreras de algunos futbolistas que no pudieron vestirse nunca más de corto. Es el caso, como recoge Francisco Antequera en “Fútbol en La Palma”, del mensajerista Miguel Sosvilla, “Miguelín”, “el eterno chiquillo noblote y admirado, el atrevido defensa del Mensajero CD. caído en la Serranía de Córdoba. El más sentido homenaje en el recuerdo para todos ellos, independientemente del bando que fuesen”.