Artífice de aquel gol en Arguineguín, que certificaba el ascenso del Mensajero a Tercera División, Genaro demostró además su polivalencia durante los dos años que pasó en La Palma. Su juego de espaldas a portería le convertían en una pesadilla para las defensas rivales y en el mejor aliado del resto de atacantes rojinegros; especialmente, de Yeray Pérez, con quien formó una conexión letal.